Luego de haber expuesto lo referente a la Santa Eucaristía
y el Te Deum, en su sentido formal y litúrgico, entendido en un sentido
teológico como "todo culto público del Cuerpo místico de Jesucristo, o sea
de la Cabeza y de sus miembros", procedo a puntualizar la organización e
intervención del protocolo civil en ambas ceremonias religiosas.
Esta explicación es importante porque ahí radica la participación
del protocolista, para organizar la intervención de los fieles, conjuntamente
con el maestro de la ceremonia eclesiástica, que bien pudiese ser un diácono, y
los dos procederán a coordinar la selección de las lecturas, los lectores, las
ofrendas y los oferentes, como participación de los fieles asistentes.
Un detalle importante al momento de seleccionar los
lectores, es la dicción, fluidez y pronunciación que tengan las personas
seleccionadas, lo que le permitirá darle solemnidad a la ceremonia. Siempre he
expresado que hay que ser en esto muy categórico y enfático, a pesar de la
relevancia del cargo que ejerza en su directorio o gabinete oficial quienes seleccione,
porque aún decidiendo que sea alguien de la comunidad, no se puede someter a un
individuo a la burla y crítica de los demás, ante su falta de claridad y
fluidez en la lectura. Otro punto a tomar en cuenta es la vestimenta de éstos,
que sea de decoro, adecuada para la ocasión, sin estridencias, donde prevalezca
las normas de la noble sencillez, de la decencia y del más elemental sentido de
discreción y prudencia moral.
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