EL PUESTO
PROTOCOLARIO DE
LAS PRIMERAS
DAMAS.
María
Teresa Otero Alvarado.
Profesora
de Protocolo y Relaciones Públicas
de
la Universidad de Sevilla-España
" Tanto en la terminología protocolaria como en la
popular, la Primera Dama de un país es la esposa del Presidente de la Nación o
del Gobierno. Esta palabra no se aplica a las reinas. La Reina es la Reina. Primera Dama es un calificativo de carácter
social más que político o institucional. Tampoco se usa este término para
la madre, una hija, una hermana, una amiga o una sobrina del Presidente. Estas
Damas pueden acompañarlo en cuantos actos privados y no oficiales se lleven a
cabo, pero en el Ceremonial y el protocolo estatal quienes reciben ese
tratamiento son los dirigentes.
El marketing político ha incorporado a cónyuges de los
candidatos a la Presidencia a las campañas electorales, actividades éstas
privadas y no oficiales. Como consecuencia, cuando se produce el triunfo
electoral y el cargo representa de un modo oficial a la Nación, no resulta
fácil separar las campañas de imagen basadas en la vida familiar de la vida
pública institucional. La familia del Presidente se convierte en un arquetipo
para las familias del país, a modo del papel que juegan las Familias Reales en
las monarquías parlamentarias.
Pero las Reinas, Princesas e Infantas Consortes juegan un
papel constitucional: comparten responsabilidades con sus esposos, pues de
ellas depende la continuidad de la dinastía e incluso pueden llegar a ejercer
la Jefatura del Estado como Regentes. La Corona como institución implica privada, publica y oficialmente a cualquier
miembro que asuma la representación del país.
Nuestra disertación se refiere al modelo first lady, más
extendido en el continente americano que en el europeo, y que tuvo su máximo
exponente en su día en la figura de Jacqueline Kennedy, esposa del Presidente
de la Nación americana y por encima de todo la mejor relacionista pública de su
marido y su país.
El papel de la Primera Dama ha sido atender privadamente
a su familia y acompañar a su marido en actos públicos y como mucho participar
en actividades sociales, culturales y humanitarias.
Con el paso del tiempo, el papel de las Primeras Damas ha
ido evolucionando, de modo que algunas, además de lo ya señalado, han seguido
ejerciendo su actividad profesional en privado. Pero existe un nuevo modelo de
esposa de gobernante, que no se resigna a ser tan sólo "la esposa de"
. Desde Eva Duarte hasta Hillary Clinton.
Reconociendo y respetando las profundas diferencias
existentes entre ellas, son mujeres que no se han conformado con ser la
"cara amable", "la sombra" o la "sonrisa" de la
Presidencia y han querido desempeñar ciertas responsabilidades de gestión.
Nos parece loable el espíritu de servicio a su país de
estas damas, pero no se puede olvidar que los únicos que pueden ejercer, son
ciertas funciones y ciertos papeles de cónyuges. Nadie las ha elegido, ni designado a ellas para que gobiernen, ni
formar parte de una dinastía reinante. Y el papel de cónyuge, grato o ingrato, debe
asumirse con pleno conocimiento de las limitaciones que la Constitución impone
a quienes no están legitimados por las urnas o los vínculos familiares - en las monarquías
parlamentarias para representar a la Nación o al Estado.
Esposas y esposos de Gobernantes han de decidir si pueden
compatibilizar sus profesiones - la política entre ellas con la máxima representación
de su país - y las Primeras Damas que trabajen en su vida privada o representan
democráticamente aquellas opciones políticas que coinciden con sus modelo de
sociedad.
Pero de
ningún modo podemos plantear que el ejercicio del poder y ostentar derechos y
deberes que trae implícitos ( honores, distinciones responsabilidades ) sea una
especie de " estado de gracia" que se transfiere a la pareja para que
ésta ejerza funciones que no le son propias. Entre otras razones porque
estarían sustrayéndolas a los legítimos
representantes de la voluntad popular, y sobre todo porque está fuera del marco
constitucional.
Por otro lado, nos gustaría que ese lenguaje se adaptara
a los nuevos roles que la sociedad está demandando. La Ministra o Alcaldesa han
sido hasta hace bien poco las esposas de Ministros o del Alcalde. Pero del
mismo modo que en ámbitos tradicionalmente femeninos al término azafata ha
derivado en azafato o enfermera en enfermero, hemos de plantearnos la correcta
denominación de los cargos públicos, indistintamente en masculino o en
femenino.
Nos preguntamos si a los cónyuges de las Presidentas ( en
Europa en estos momentos hay una Presidenta en Irlanda, hasta hace poco la ha
habido en el Reino Unido y antes o después habrá más mujeres que accedan a
estas magistraturas) les vamos a dar el título de " Primer Caballero"
y si se va a solicitar para ellos las mismas prerrogativas que a veces se
demandan para las actuales Primeras Damas.
Sin pronunciarnos aquí más por el cumplimiento del
mandato constitucional, simplemente insistimos en dos cuestiones ya
apuntaladas: en la sociedad del siglo XXI el
tratamiento de las altas personalidades del Estado y sus consortes,
cónyuges o parejas, debe ser independiente de su titularidad masculina o
femenina. Y quizás debamos reflexionar más sobre el carácter de las altas magistraturas del Estado, y la
necesidad de distinguir la vida pública ( con todos sus honores, distinciones,
tratamientos y por supuesto responsabilidades) de la privada ( familiar e
intima ) de los gobernantes y sus cónyuges."
![]() |
La Reina y las Primeras Damas asistentes a la XXII Asamblea Iberoamericana, de paseo por la ciudad. |
Las Primeras
Damas de Gabón, Nigeria, Sudáfrica, Malasia,
Vietnam, Suiza,
Singapur, Italia, India, Indonesia, China, Chile, Filipinas,
los países
de las Naciones Unidas, la Unión Europea y otros (2012).
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